Cantiga 64. Como a moller que o marido leixara en comenda a Santa Maria no podo a çapata que lle dera seu entendedor meter no pee nen descalça-la
Quen mui ben quiser o que ama guardar,
a Santa Maria o dev’ a encomendar.
E dest’ un miragre, de que fiz cobras e son,
vos direi mui grande, que mostrou en Aragon
Santa María, que a moller dun infançon
guardou de tal guisa, por que non podess’ errar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
Esta dona, per quant’ eu déla oý dizer,
aposta e ninna foi, e de bon parecer;
e por aquesto a foi o infançon prender
por moller, e foi-a pera sa casa levar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
Aquel infançon un mui gran tenp’ assi morou
con aquela dona; mais pois s’ ir dali cuidou
por hua carta de seu sennor que lle chegou,
que avia guerra e que o foss’ ajudar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
Ante que movesse, diss-ll’ assi sa moller:
«Sennor, pois vos ides, fazede, se vos prouguer,
que m’ encomendedes a alguen, ca m’ é mester
que me guarde e que me sábia ben consellar».
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
E o infançon lle respondeu enton assi:
«Muito me praz ora daquesto que vos oý;
mais ena ygreja mannãa seremos y,
e enton vos direi a quen vos cuid’ a leixar».
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
Outro dia foron ambos a missa oyr,
e pois foi dita, u se lle quis el espedir,
chorand’ enton ela lle começou a pedir
que lle désse guarda por que ouvess’ a catar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
E ar ele, chorando muito dos ollos seus,
mostrou-ll’ a omagen da Virgen, Madre de Deus,
e disse-ll’: «Amiga, nunca os pecados meus
sejan perdõados, se vos a outri vou dar
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
Senon a esta, que é Sennor Espirital,
que vos pode ben guardar de posfaz e de mal;
e porende a ela rogu’ eu, que pod’ e val,
que mi vos guarde e leix’ a min cedo tornar».
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
Foi-ss’ o cavaleiro logo dali. Mas, que fez
o diabr’ arteiro por lle toller seu bon prez
e aquela dona? Tant’ andou daquela vez
que un cavaleiro fezo dela namorar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
E con seus amores a poucas tornou sandeu;
e porend’ hua sa covilleira cometeu
que lle fosse bõa, e tanto lle prometeu
que por força fez que fosse con ela falar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
E disse-ll’ assi: «Ide falar con mia sennor
e dizede-lle como moiro por seu amor;
e macar vejades que lle desto grave for,
nona leixedes vos poren muito d’ afícar».
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
A moller respos: «Aquesto de grado farei,
e que a ajades quant’ eu poder punnarei;
mas de vossas dõas me dad’, e eu llas darei,
e quiçay per esto a poderei enganar».
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
Diss’ o cavaleir’: «Esto farei de bon talan».
Log’ ũas çapatas lle deu de bon cordovan;
mais a dona a trouxe peor que a un can
e disse que per ren non llas queria fillar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
Mais aquela vella, com’ era moller mui vil
e d’ alcayotaria sabedor e sotil,
por que a dona as çapatas fillasse, mil
razões lle disse, trões que llas fez tomar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
Mais a mesquinna, que cuidava que era ben,
fillou logo as çapatas, e fez y mal sen;
ca u quis calça-la hua délas, ja per ren
fazer nono pode, nena do pee sacar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
E assi esteve un ano e ben un mes,
que a çapata ao pee assi se ll’ apres
que, macar de toller-lla provaron dous nen tres,
nunca lla poderon daquel pee descalçar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
E depos aquest’ a poucos dias recodiu
seu marid’ a ela, e tan fremosa a viu
que a logo quis; mas ela non llo consentiu
ata que todo seu feito ll’ ouve a contar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
O cavaleiro disse: «Dona, desto me praz,
e sobr’ esto nunca averemos senon paz,
ca sei que Santa Mari’, en que todo ben jaz,
vos guardou». E a çapata lle foi en tirar.
Quen mui ben quiser o que ama guardar…
[[E]sta es de cómo la mujer que el marido había dejado encomendada a Santa María no pudo, [al] calzarse el zapato que le diera su enamorado, ni meterlo en el pie ni descalzárselo
R —Quien bien quiera guardar lo que ama, debe encomendarlo a Santa María.
Y de esto os diré un milagro muy grande, del que hice las coplas y el son; fue mostrado en Aragón, por Santa María, que guardó a la mujer de un infanzón de tal manera que no pudiese errar. // Esta dueña, por cuanto de ella oí decir, era muy joven, apuesta y de buen parecer, y, por esto, fue a tomarla por mujer el infanzón y la llevó para su casa. // Aquel infanzón moró así mucho tiempo con aquella dueña, pero después tuvo que irse de allí porque le llegó una carta de su señor, diciéndole que habla guerra y que fuese en su ayuda. // Antes de que partiese le dijo así su mujer:
—«Señor, pues os vais, conviene, si os place, que me encomendéis a alguien, porque es menester que me guarde y me sepa aconsejar». //
El infanzón le respondió entonces así:
—«Mucho me place esto que ahora os oigo, pero mañana iremos a la iglesia y entonces os diré a quién he de dejar para que os cuide». //
Al otro día, fueron ambos a oír su misa y, cuando fue dicha, al quererse él despedir, ella llorando comenzó a pedirle que le diese guarda que hubiese de vigilarla. // Entonces él, con llanto en los ojos, le señaló la imagen de la Virgen y le dijo:
—«Amiga, nunca mis pecados me sean perdonados, si a otro voy a entregaros // sino a ésta que es Señora Espiritual, y que os puede guardar de mal y de afrenta, y por ello le ruego a Ella, que puede y vale, que os guarde y que me deje pronto volver». //
Fuese el caballero luego de allí. Pero ¿qué hizo el diablo artero por quitarle su buen nombre a aquella dueña? Tanto anduvo aquella vez que hizo que un caballero se enamorase de ella. // Y, con sus amores, a poco lo enloquece, y para ello se lo encomendó a una alcahueta que se lo hiciese fácil y tanto le prometió que, por fuerza, hizo que fuese a hablar con ella. // Y dijo así:
—«Id a hablar con mi señora y decidle que muero por su amor; y, aunque veáis que esto le sea ingrato, no dejéis vos de apremiarla mucho». //
La mujer respondió:
—«Esto haré de buena gana, y tened por seguro que cuando pudiere lucharé por ello; dadme vos vuestros dones y yo se los daré a ella y quizá con esto pueda engañarla». // Dijo el caballero:
—«Esto haré de buena gana».
Luego le dio unos zapatos de buen cordobán; pero la dueña la trató peor que a un perro y dijo que por nada quisiera cogérselos. // Pero aquella vieja, que era mujer muy vil y de alcahuetería sabedora y sutil, para que la dueña le tomase los zapatos le dio mil razones, hasta que se los hizo coger. // La mezquina, que creía que estaba bien hacerlo, cogió luego los zapatos, con mal juicio, porque quiso calzarse uno de ellos y, por más que hizo, ya no pudo ni sacárselo del pie. // Y así estuvo un año y un mes, porque el zapato se pegó al pie, de forma que, aunque lo intentaron, ni dos ni tres lograron descalzar el pie aquél. // Y, después, a los pocos días, retornó el marido de ella, y tan hermosa la vio, que luego deseó gozarla; pero ella no se lo consintió hasta que le hubo contado todo lo que había sucedido. // Y el caballero le dijo:
—«Dueña, esto me place y sobre esto nunca habrá más que paz entre nosotros, porque sé que os guardó Santa María, en quien se halla todo bien».
Y fue a sacarle el zapato.]
CSM 64 Los Zapatos De Cordobán” by Eduardo Paniagua, Cesar Carazo, Wafir Sheik