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Capítulo 559

Alfonso el Sabio, Antología, ed. Margarita Peña, Porrúa, 1973, pp. 63-66.

Cap. 559

DEL DUELO DE LOS GODOS DE ESPAÑA ET DE LA RAZON PORQUE ELLA FUE DESTROIDA

Pues que Ia batalla fue acabada desaventuradamientre et fueron todos muertos los unos et los otros–ca en verdad non fincara ninguno de los cristianos en la tierra que a la batalla non viniese, qué dell un cabo qué dell otro, dellos en ayuda del rey Rodrigo, dellos del cuende Julian–. fincó toda la tierra vacía del pueblo, lena de sangre, bañada de lágrimas, conplida de apellidos, huéspeda de los estraños, enagena­da de los vecinos, desamparada de los moradores, vivda et desolada de sus fijos, cofonduda de los bárba­ros, esmedrida por la llaga, fallida de fortaleza, flaca de fuerza, men­guada de conort, et desolada de so­laz de los suyos.

Alli se renovaron las mortanda­des del tiempo de Hercules, alli se refrescaron et podrescieron las lla­gas del tiempo de los uvándalos, de los alanos et de los suevos que co­menzaran ya a sanar. España que en ell otro tiempo fuera llagada por la espada de los romanos, pues que guaresciera et cobrara por la mele­zina et la bondad de los godos, es­tonces era crebantada, pues que eran muertos et aterrados cuantos ella criara.

Oblidados le son los sus cantares, et el su lenguage ya tornado es en ageno et en palabra estraña. Los mo­ros de la hueste todos vestidos. del sirgo et de los paños de color que ganaran; las riendas de los sus ca­ballos tales eran como de fuego, las sus caras dellos negras como la pez, el más fremoso dellos era negro como la olla, así lucien sus ojos como candelas; el su caballo dellos ligero como leopardo, e el su caballero mucho más cruel et más daño­so que es el lobo en la grey de las ovejas en la noche.

La vil yente de los africanos que se non solie preciar de fuerza nin de bondad, et todos sus fechos facie con art et a engaño, et non se solien amparar si non pechando grandes riquezas et grand haber, esora era exaltada, ca crebantó en un hora más aína la nobleza de los godos que lo non podrie homne decir por lengua.

¡España mezquina! Tanto fue la su muert coitada que solamientre non fincó y ninguno que la llante; laman la dolorida, ya más muerta que viva, et suena su voz así como dell otro sieglo, e sal la su palabra así como de so tierra, e diz con la grand cueta: «vos, homnes, que pa­sades por la carrera, parad mientes et veed si ha cueta nin dolor que se semeje con el mío». Doloroso es el llanto, llorosos los alaridos, ca Es­paña llora los sus fijos et non se pue­de conortar porque ya non son. Las sus casas et las sus moradas todas fincaron yermas et despobladas; la su honra et el su prez tornado es en confusión, ca los sus fijos et los sus criados todos moriron a espada; los nobles et fijos dalgo cayeron en cativo, los príncipes et los altos hom­nes idos son en fonta et en denosto, e los buenos combatientes perdieron se en estremo.

Los que antes estaban libres, es­tonces eran tornados en siervos; los que se preciaban de caballería, cor­vas andaban a labrar con rejas et azadas; los viciosos del comer non se ahondaban de vil manjar; los que fueran criados en paños de seda, non habien de que se crobir nin de tan vil vestidura en que ante non pornien ellos sus pies. Tan asohora fue la su cueta et el su destroimien­to que non ha torvellino nin lluvia nin tempestad de mar a que lo hom­ne pudiese asmar.

¿Cuál mal o cuál tempestad non pasó España? Con los niños chicos de teta dieron a las paredes, a los mozos mayores desficieron con feri­das, a los mancebos grandes metie­ronlos a espada, los ancianos et vie­ios de días moriron en las batallas, et fueron todos acabados por gue­rra; los que eran ya para honrar et en cabo de sus días echólos a mala fonta la crueleza de los moros; a las mezquinas de las mugieres guarda­ban las pora deshonrarlas, e la su fermosura dellas era guardada para su denosto. El que fue fuert et co­rajoso murió en batalla; el corredor et ligero de pies non guaresció a las saetas; las espadas et las otras ar­mas de los godos perdonaron a los enemigos et tornaron se en sus pa­rientes et en sí mismos. ca non ha­bie y ninguno qui los acorriese nin departiese unos dotros.

¿Quién me darie agua que toda mi cabeza fuese ende bañada, e a míos ojos fuentes que siempre ma­nasen llagrimas por que llorase et llañiese la pérdida et la muerte de los de España et la mezquindad et ell aterramiento de los godos? Aquí se remató la santidad et la religión de los obispos et de los sacerdotes; aquí quedó et minguó ell abonda­miento de los clérigos que sirvien las eglesias; aquí peresció ell entendi­miento de los prelados et de los homnes de orden; aquí fallesció ell enseñamiento de la ley et de la sanc­ta fe.

Los padres et los señores todos perescieron en uno; los santuarios fueron destroidos, las eglesias cre­bantadas; los logares que loaban a Dios con alegria; esora le denosta­ban yl maltraien; las cruces et los altares echaron de las eglesias; la crisma et los libros et las cosas que eran pora honra de la cristiandad todo fue esparzudo et echado a mala part; las fiestas et las sollempnias, todas fueron oblidadas; la honra de los santos et la beldad de la eglesia toda fue tomada en laideza et en vil­tanza; las eglesias et las torres o solien loar a Dios, esora confesaban en ellas et llamaban a Mahomat; las vestimentas et los calces et los otros vasos de los santuarios eran toma­dos en uso de mal, et enlixados de los descreidos.

Toda la tierra desgastaron los ene­migos, las casas hermaron, los hom­nes mataron, las cibdades quemaron, los árbores, las viñas et cuanto falla­ron verde cortaron. Tanto pujó esta pestilencia et esta cueta, que non fincó en toda España buena villa nin cibdad o obispo hobiese que non fuese o quemada o derribada o rete­nida de moros; ca las cibdades que los alárabes non pudieron conquerir, engañaron las et conquiriron las por falsas pleitesías.

Oppa, fijo del rey Egica. arzobis­po que fue de Sevilla, andaba pre­digando a los cristianos, que se tor­nasen con los moros et visquiesen so ellos et les diesen tributo; e si por ventura hobiese Dios dellos merced et acorriese a la tierra, que darien ellos ayuda a los que acorriesen. Et por tal encubierta fueron los hom­nes engañados, e dieron los castie­llos et las fortalezas de las villas; et fincaron los cristianos mezclados con los alárabes, et aquellos hobieron nombre dallí adelante mozárabes por que vivían de vuelta con ellos, e este nombre et el linage dura hoy en dia entre los toledanos.

Los moros por este engaño prisie­ron toda la tierra; et pues que la ho­bieron en su poder, crebantaron toda la pleitesía et robaron las eglesias et los homnes, et levaron todos los te­soros dellos et tod ell haber de la tierra, que non fincó y nada sinon los obispos que fuxieron con las reliquias et se acogieron a las Asturias.

Cuanto mal sufrió aquella grand Babiloña, que fue la primera et la mayoral en todos los regnos del mun­do, cuando fue destroida del rey Ciro et del rey Dario, si non tanto que el destroimiento de Babiloña dura por siempre et non moran y sinon bestias bravas et sierpes; e cuanto mal sufrió Roma, que era se­ñora de todas las tierras, cuando la prisa et la destruxo Alarigo et des­pues Adaulfo reys de los godos, desi Genserico rey de los uvándalos; e cuanto mal sufrió lerusalem que se­gund la profecía de Nuestro Señor Iesu Cristo fue derribada et quema­da que non fincó en ella piedra so­bre piedra; e cuanto mal sufrió aquella noble Cartago cuando la pri­so et la quemó Scipin, cónsul de Roma, dos tanto mal et mas que aqueste sufrió la mezquina de Es­paña, ca en ella se ayuntaron todas estas cuitas et estas tribulaciones el aun más desto, en guisa que non fin­có y ninguno que della hobiese due­lo. E digamos agora onde le vino este cueta et este mal et por cual razón:

Todos los homnes del mundo se forman et se asemejan a manera de su rey, e por ende los que fueron en tiempo del rey Vitiza et del rey Rodrigo, que fue el postrimero rey de los godos, et de los otros reys que fueron ante dellos et de cuales algunos fueron alzados reys por aleve, algunos por traición de muerte de sus hermanos o de sus parientes, non guardando la verdad nin el derecho que debieran y guardar por quexa de ganar el señorio mal et torticiera­mientre como non debien, por ende los otros homnes que fueron otrosí en sus tiempos dellos formaron se con ellos et semejaron les en los pe­cados; e por esta razón avivóse la ira de Dios sobrellos, et desamparó les la tierra que les mantoviera et guardara fasta allí, et tollió dellos la su gracia, E pero que Dios les sofrira en la heregía arriana desdel tiempo dell emperador Valent fastal tiempo del rey Recaredo, como di­xiemos ya ante desto en la estoria, esora fue ya irado por las nemigas de Vitiza et por las avolezas de los otros reys, et non les quiso mas so­frir nin los quiso mantener.

E nos por ende toviemos por bien sobresta razón de poner agora aqui los nombres de los reys godos que moriron a espada o en otra manera desguisada: Adaulfo, rey de los go­dos, fue muerto a traición en Barci­lona, et matol un su vasallo ó seic­e fablando en su solaz; a Sigerico otro­sí mataron le sus vasallos; Turis­mundo fue muerto en Tolosa et matol un sergent por consejo de su hermano; a Teoderigo matol su her­mano Eurigo; a Amalarigo mataron le sus vasallos en Narbona estando en medio de la plaza; a Teudio matol uno, que se facie sandio por tal de haber entrada a éll; a Teodisclo matol un su vasallo en Sevilla o seie comiendo; a Agila mataronle sus va­sallos en Mérida; Leovegildo mato a su fijo Ermenegildo por que non querie consentir con éll en su here­gía; Luiba, fijo del rey Recaredo, matol Viterigo a traición; a Viteri­go mataron unos que se yuraron contra éll, ó seie comiendo; a Vitiza cegol el rey Rodrigo; al rey Rodrigo cuedan quel mató el cuende lulian; Fruela mató a su hermano Vimarano con sus manos –et esto viene ade­lante aun en la estoria– e después sus vasallos mataron a Fruela en Cangas por venganza dell hermano.