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Exemplo XXXII, De lo que contesció a un rey con los burladores que fizieron el paño

EXEMPLO XXXII. De lo que contescio a un rey con los burladores que fízieron el paño

Fablava otra vez el conde Lucanor con Patronio, su conseiero, et dizíale:

—Patronio, un omne vino a mí et díxome muy grand fecho et dame a entender que sería muy grand mi pro; pero dízeme que lo non sepa omne del mundo por mucho que yo en él fíe; et tanto me encaresce que guarde esta poridat,1secretofasta que dize que si a omne del mundo lo digo, que toda mi fazienda et aun la mi vida es en grand periglo.2peligro Et porque yo sé que omne non vos podría dezir cosa que vós non entendades, si se dize por vien o por algún engaño, ruégovos que me digades lo que vos paresce en esto.

—Señor conde Lucanor—dixo Patronio—, para que vós entendades, al mío cuydar, lo que vos más cumple de fazer en esto, plazerme ýa que sopiésedes lo que contesció a un rey con tres omnes burladores que vinieron a él.

El conde le preguntó cómmo fuera aquello.

—Señor conde—dixo Patronio—, tres omnes burladores vinieron a un rey et dixiéronle que eran muy buenos maestros de fazer paños, et señaladamente que fazían un paño que todo omne que fuesse [fijo] daquel padre que todos dizían, que vería el paño; mas el que non fuesse fijo daquel padre que él tenía a que las gentes dizían, que non podría ver el paño.

Al rey plogo desto mucho, teniendo que por aquel paño podría saber quáles omnes de su regno eran fijos de aquellos que devían seer sus padres o quáles non, et que por esta manera podría acrescentar mucho lo suyo; ca los moros non heredan cosa de su padre si non son verdaderamente sus fijos. Et para esto mandóles dar un palacio en que fiziessen aquel paño.

Et ellos dixiéronle que porque viesse que non le querían engañar, que les mandasse cerrar3encerrar en aquel palacio fasta que el paño fuesse fecho. Desto plogo mucho al rey. Et desque ovieron tomado para fazer el paño mucho oro et plata et seda et muy grand aver, para que lo fiziesse[n], entraron en aquel palacio, et cerráronlos ý.

Et ellos pusieron sus telares et davan a entender que todo el día texían en l’ paño. Et a cabo de algunos días, fue el uno dellos dezir al rey que el paño era començado et que era la más fermosa cosa del mundo; et díxol a qué figuras et a qué labores lo començaban de fazer et que, si fuesse la su mercet, que lo fuesse ver et que non entrasse con él omne del mundo. Desto plogo al rey mucho.

Et el rey, queriendo provar4comprobar aquello ante en otro,5antes por medio de otro envió un su camarero que lo viesse, pero non le apercibió quel desengañasse.

Et desque el camarero vio los maestros et lo que dizían, non se atrevió a dezir que non lo viera. Quando tornó al rey, dixo que viera el paño. Et después envió otro, et díxol esso mismo. Et desque todos los que el rey envió le dixieron que vieran el paño, fue el rey a lo veer.

Et quando entró en el palacio et vio los maestros que estavan texiendo et dizían: «Esto es tal labor, et esto es tal ystoria, et esto es tal figura, et esto es tal color», et concertavan6concordaban todos en una cosa, et ellos non texían ninguna cosa, quando el rey vio que ellos non texían et dizían de qué manera era el paño, et él, que non lo veý et que lo avían visto los otros, tóvose por muerto, ca tovo que porque non era fijo del rey que él tenía por su padre, que por esso non podía ver el paño, et receló que si dixiesse que lo non veýa, que perdería el regno. Et por ende [començó] a loar mucho el [paño] et aprendió muy bien la manera commo dizían aquellos maestros que el paño era fecho.

Et desque fue en su casa con las gentes, començó a dezir maravillas de quánto bueno et quánto maravilloso era aquel paño, et dizía las figuras et las cosas que avía en el pafio, pero que él estava con muy mala sospecha.

A cabo de dos o de tres días, mandó a su alguazil que fuesse veer aquel paño. Et el rey contol las marabillas et estrañezas que viera en aquel paño. El alguazil fue allá.

Et desque entró et vio los maestros que texían et dizían las figuras et las cosas que avía en el paño et oyó al rey cómmo lo avía visto, et que él non lo veýa, tovo que porque non era fijo daquel padre que él cuydava, que por eso non lo veýa, et tovo que si gelo sopiessen, que perdería toda su onra. Et por ende, començó a loar el paño tanto commo el rey o más.

Et desque tornó al rey et le dixo que viera el paño et que era la más noble7notable et la más apuesta cosa del mundo, tóvose el rey aún más por mal andante, pensando que, pues el alguazil viera el paño et él non lo viera, que ya non avía dubda que él non era fijo del rey que él cuydava. Et por ende, començó más de loar et de firmar8afirmar más la vondad et la nobleza del paño et de los maestros que tal cosa sabían fazer.

Et otro día, envió el rey otro su privado et conteciol commo al rey et a los otros. ¿Qué vos diré más? Desta guisa, et por este recelo, fueron engañados el rey et quantos fueron en su tierra, ca ninguno non osava dezir que non veyé el paño.

Et assí passó este pleito, fasta que vino una grand fiesta. Et dixieron todos al rey que vistiesse aquellos paños para la fiesta.

Et los maestros traxiéronlos embueltos en muy buenas sávanas, et dieron a entender que desbo[I]vían el paño et preguntaron al rey qué quería que taiassen9cortasen de aquel paño. Et el rey dixo quáles vestiduras quería. Et ellos davan a entender que taiavan et que medían el talle que avían de aver las vestiduras, et después que las coserían.

Quando vino el día de la fiesta, vinieron los maestros al rey, con sus paños taiados et cosidos, et fiziéronle entender quel vistían et quel allanavan10estiraban, arreglaban los paños. Et assí lo fizieron fasta que el rey tovo que era vestido, ca él non se atrevía a dezir que él non veýa el paño.

Et desque fue vestido tan bien commo avedes oýdo, cavalgó para andar por la villa; mas de tanto11sin embargo le avino bien,12le vino bien, tuvo suerte que era verano.

Et desque las gentes lo vieron assí venir et sabían que el que non veýa aquel paño que non era fijo daquel padre que cuydava, [cuydava] cada uno que los otros lo veýan et que pues él non lo veýa, que si lo dixiesse, que sería perdido et desonrado. Et por esto fincó aquella poridat guardada, que non se atrevié ninguno a lo descubrir, fasta que un negro, que guardava el cavallo del rey et que non avía que pudiesse perder, llegó al rey et díxol:

—Señor, a mí non me empeçe que me tengades por fijo de aquel padre que yo digo, nin de otro, et por ende, dígovos que yo so ciego, o vós desnuyo13desnudo ydes.14vais

El rey le començó a maltraer diziendo que porque non era fijo daquel padre que él cuydava, que por esso non veýa los sus paños.

Desque el negro esto dixo, otro que lo oyó dixo esso mismo, et assí lo fueron diziendo fasta que el rey et todos los otros perdieron el repelo de conosçer la verdat et entendieron el engaño que los burladores avían fecho. Et quando los fueron buscar, non los fallaron, ca se fueran con lo que avían levado del rey por el engaño que avedes oýdo.

Et vós, señor conde Lucanor, pues aquel omne vos dize que non sepa ninguno de los en que vós fiades nada de lo que él vos dize, cierto seed que vos cuyda engañar, ca bien devedes entender que non ha él razón de querer más vuestra pro, que non ha convusco tanto debdo commo todos los que combusco biven, que an muchos debdos et bien fechos de vos, porque deven querer vuestra pro et vuestro servicio.

El conde tovo éste por buen conseio et fizólo assí et fallóse ende bien.

Et veyendo don Iohan que éste era buen exiemplo, fízolo escrivir en este livro, et fezo estos viessos que dizen assí:

Quien te conseia encobrir de tus amigos,
sabe que más te quiere engañar que dos figos.

El conde Lucanor. Edición de José Manuel Blecua. 4a ed. Madrid: Editorial Castalia, 1982.