Skip to content

Poesía amorosa

Preguntas

I

Entre dos fuegos lanzado,
donde amor es repartido,
del uno soy encendido,
del otro cerca quemado.
Y no sé yo bien pensar,
cuál será mejor hacer:
dejarme más encender
o acabarme de quemar.
Decid, ¿qué debo tomar?

II

Porque me hiere un dolor
quiero saber de vos, cierto,
cuando matastes Amor,
si lo dejastes bien muerto.
O si había más amores
para dar pena y cuidado.
O si ha resucitado.
Porque, según mis dolores,
Amor me los ha causado.

Esparzas

I

Yo callé, males sufriendo,
y sufrí, penas callando,
padecí, no mereciendo,
y merecí, padeciendo,
los bienes que no demando.
Si el esfuerzo que he tenido
para callar y sufrir
tuviera para decir,
no sintiera mi vivir
los dolores que ha sentido.

II

Mi temor ha sido tal
que me ha tornado judío,
por esto el esfuerzo mío
manda que traiga señal.
Pues viendo cuan poco gano
viviendo en ley que no es buena,
osando os decir mi pena
me quiero tornar cristiano.

Canciones

I

Cada vez que mi memoria
vuestra beldad representa,
mi penar se torna gloria,
mis servicios, en victoria,
mi morir, vida contenta.

Y queda mi corazón
bien satisfecho en serviros;
el pago de sus suspiros
halo por buen galardón.
Porque, vista la memoria
en que a vos os representa,
su penar se torna gloria,
sus servicios, en victoria,
su morir, vida contenta.

II

Quien no estuviere en presencia
no tenga fe en confianza,
pues son olvido y mudanza
las condiciones de ausencia.

Quien quisiere ser amado
trabaja por ser presente,
que cuan presto fuere ausente
tan presto será olvidado.

Y pierda toda esperanza
quien no estuviere en presencia,
pues son olvido y mudanza
las condiciones de ausencia.

III

Con tantos males guerreo,
en tantos bienes me vi,
que, de verme cual me veo,
ya no sé qué fue de mí.

Mis glorias murieron luego,
mis males resucitaron,
Fortuna encendió tal fuego
do mis glorias se quemaron.
Dejó tan vivo el deseo
memoria de lo que vi,
que, de verme cual me veo,
ya no sé qué fue de mí.

IV

Yo soy quien libre me vi,
yo, quien pudiera olvidaros;
yo soy el que, por amaros,
estoy, desque1desde que os conocí,
«sin Dios, y sin vos, y mí».

Sin Dios, porque en vos adoro,
sin vos, pues no me queréis;
pues sin mí ya está de coro,2de puro sabido
que vos sois quien me tenéis.
Así que triste nací,
pues que pudiera olvidaros.
Yo sé el que, por amaros,
estoy, desque os conocí,
«sin Dios, y sin vos, y mí».

Coplas

I

Es amor fuerza tan fuerte
que fuerza toda razón,
una fuerza de tal suerte
que todo seso3discreción, cordura, juicio convierte,
con su fuerza, en afición.
Una porfía forzosa
que no se puede vencer,
cuya fuerza porfíosa,
hacemos más poderosa
queriéndonos defender.

Es placer en que hay dolores,
dolor en que hay alegría,
un pesar en que hay dulzores,
un esfuerzo en que hay temores,
temor en que hay osadía.
Un placer en que hay enojos,
una gloria en que hay pasión,
una fe en que hay antojos,
fuerza que hacen los ojos
al seso y al corazón.

Es una catividad4cárcel
sin parecer las prisiones,5sin que se vean los grilletes
un robo de libertad,
un forzar de voluntad,
donde no valen razones.
Una sospecha celosa
causada por el querer,
una rabia deseosa
que no sabe qué es la cosa
que desea tanto ver.

Es un modo de locura
por las mudanzas6cambios afectivos que hace:
una vez pone tristura,
otra vez causa folgura,7sosiego
como lo quiere y le place.
Un deseo que el ausente
trabaja bien y fatiga,
un recelo que al presente
hace callar lo que siente,
teniendo pena que diga.

Cabo

Todas estas propiedades
tiene el verdadero amor.
El falso, mil falsedades,
mil mentiras, mil maldades,
como fingido traidor.
El toque8método de examinar los metales para saber su calidad y quilates para tocar
cuál amor es bien forjado
es sufrir el desamar,
que no puede comportar
el falso sobredorado.9falso metal, dorado solo por encima