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Miracula Beate Marie Virginis

Miracula Beate Marie Virginis (Ms. Thott 128 de Copenhague). Una fuente paralela a Los milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo. , edición, traducción, introducción y notas de Avelina Carrera de la Red y Fátima Carrera de la Red, Instituo de Estudios Riojanos, Gobierno de La Rioja, Logroño 2000.

Como bien dice el título de la edición de esta colección de los milagros de la Virgin María, este manuscrito constituye una fuente contemporánea del poeta riojano Gonzalo de Berceo y para algunos es considerado la fuente directa de su obra Los milagros de Nuestra Señora. Es un códice latino, cronológicamente datable hacia la segunda mitad del siglo XIII, en el que se ponen por escrito en prosa latina veinticinco milagros atribuibles a la Virgen María.

De esta colección hemos escogido tres milagros, los mismos que después se incluyen en la selección de Gonzalo de Berceo. Son “El peregrino que después de amputarse los genitales y la garganta fue devuelto a la vida por orden de Santa Maria”, “El niño judío al que la Virgen Santa conservó ileso en medio de un horno”, y “La imagen que los judíos decidieron crucificar”.

Es interesante comparar las versiones latinas con las composiciones poéticas de Berceo, ya que por estas comparaciones se notan mejor las intervenciones del poeta riojano, su voz poética y los aspectos de los milagros y sus protagonistas que Berceo quería enfatizar. En el caso de los dos milagros con protagonistas judíos, le mentalidad de Berceo, y probablemente de su público, se realza notablemente.

El peregrino que después de amputarse los genitales y la garganta fue devuelto a la vida por orden de Santa María

Tampoco debemos pasar en silencio aquí el milagro de Santa María que Don Hugo, abad de la iglesia de Cluny, suele contar de un fraile de su monasterio. El fraile se llamaba Giraldo. Cuando aún era seglar, un día le entraron deseos de ir en peregrinación a Santiago.

Preparado ya lo necesario para el camino, al rayar el día en que iba a emprender el viaje con sus compañeros, vencido por la concupiscencia de la carne, acostó con su concubina. Y cuando llevaba hechas muy pocas jomadas con sus amigos, el enemigo antiguo, que a veces se transforma en ángel de luz, tratando de engañarlo, se le presentó en figura de apóstol Santiago y le dijo: “Te hago saber que por las malas obras que has hecho ya no puedes conseguir tu salvación, si no haces lo que yo te diga”. El contestó: “¿Qué quieres que haga?” El diablo respondió: “Primero, córtate los genitales y luego date la muerte y por ello obtendrás de Dios el premio eterno”. El, convencido de que quien le mandaba tal cosa era de veras Santiago, empuñando su espada, se cortó los órganos viriles y después, llevando el hierro a su garganta, se asestó un tajo mortal.

Los compañeros, al oír que se quejaba ya próximo a la muerte y al ver que estaba exhalando el último suspiro de muerte violenta y que estaba cubierto de sangre lo abandonaron huyendo precipitadamente, temerosos de que dijeran que ellos lo habían matado para robarle o por otro motivo. Tan pronto como se alejaron del muerto, el enemigo antiguo, que le habíaengañado, se apoderó de su alma, regocijándose no poco con sus esbirros de haber logrado así su presa. Pero como tuviesen que pasar por delante de la iglesia de San Pedro, por la voluntad de Dios, les salió al paso Santiago, en compañía de San Pedro, y le dijo a la chusma demoníaca: “¿Por qué os habéis apoderado del alma de mi peregrino?” Ellos alegaban todo lo que podían de malo y el hecho de que a la postre se había suicidado. Pero Santiago les contestó: “Estad seguros de que no os vais a reír de su muerte porque le engañasteis, haciéndoos pasar por mí, y lo que hizo, lo hizo sencillamente creyendo que me obedecía a mí. Y si os rebeláis contra esto, vayamos al tribunal de Santa María, Madre de Dios”.

Se presentaron, pues, ante la Santa Madre de Dios y le preguntaron qué quería que se hiciese en este asunto; la Virgen Santa, llena de piedad, sentenció que esa alma debía volver a su cuerpo, para que haciendo penitencia pudiera quedar limpia de los pecados que había cometido. De esa manera, por los méritos de la Virgen Santa María, y del apóstol Santiago, el alma volvió al cuerpo. Y aquel hombre al revivir, se encontró sano y que solo le había quedado, como prueba, la cicatriz de la cuchillada en el cuello. Por cierto, los órganos que se había amputado no los recuperó; solo le quedó un pequeño orificio por el que orinaba, según exigencias de la naturaleza. Finalmente se metió monje en el citado monasterio de Cluny y vivió muchos años, entregado al servicio de Dios.

El niño judío al que la Virgen Santa conservó ileso en medio de un horno

Ocurrió este suceso hace tiempo en la ciudad de Bourges y lo suele contar un monje de San Miguel de Clusa, llamado Pedro, diciendo que él había estado allí por entonces.

El día solemne de Pascua, cuando los niños cristianos iban a la iglesia a recibir el sagrado cuerpo del Señor, un niño de familia judía, que iba a la escuela con ellos, se acercó entre todos al altar y, sin advertirlo el sacerdote, recibió con ello el cuerpo del Señor. Había en el retablo del altar una imagen de Santa María que tenía un velo sobre la cabeza, y le parecía al niño judío que Ella, en la figura de una mujer de aspecto venerable, repartía junto con el sacerdote la sagrada forma a cada uno de los que se acercaban a comulgar.

De vuelta a casa, cuando el padre preguntó al niño de dónde venía, él le contestó que había ido con los niños, sus compañeros, a la iglesia y que, cuando ellos recibieron la comunión, él también había comulgado. Oyendo esto el padre, se encendió en cólera, y, cogiendo al niño con rabia, vio allí cerca un horno encendido y cogiendo al niño con rabia, lo arrojó en él.

Al punto, la Santa Madre de Dios, con los rasgos de aquella imagen que él había visto sobre el altar, se le apareció al niño y protegiéndole del fuego no permitió que notara ni el más pequeño grado de calor. Pero la madre del niño, presa de un grandísimo dolor, comenzó a gritar y dar alaridos, y en breve tiempo congregó un gran gentío, tanto de cristianos como de judíos. Ellos, viendo que el niño estaba vivo en el horno, y que no sufría daño ninguno del fuego, lo sacaron, preguntándole cómo había podido evitar ser abrasado por las llamas. Él les contestó: “Porque aquella venerable Señora que estaba sobre el altar y nos daba las partículas al comulgar, me vino en ayuda y mantuvo el fuego lejos de m(, y no permitió siquiera que yo sintiera el olor a quemado”.

Entonces los cristianos, comprendiendo que la Santa Madre de Dios era su protectora, arrojaron al judío, padre del niño, al mismo homo al que el había arrojado a su hijo. Al punto, torturado por el fuego, en un momento quedó reducido a pavesas. Los que lo vieron, judíos y cristianos, alabaron conjuntamente al Señor a su Santa Madre, y desde aquel día perseveraron fervorosos en la fe de Dios.

La imagen que los judíos decidieron crucificar

Para levantar los corazones de los humildes a saborear los gozos eternos, con brevedad (como dice el refrán, «con poco,abarcar mucho») voy a contar por escrito un milagro de la excelsa Madre del Salvador, que ha llegado a mis oídos de labios de varones espirituales.

En la ciudad de Toledo, el día de la Asunci6n de la Virgen, Santa María, mientras el obispo celebraba la misa solemne yel pueblo elevaba devotamente sus preces al Señor, en mitad de los sagrados oficios, por intervención divina, se dejó oíruna voz del cielo que se quejaba así de que su Hijo único, Salvador de todo el mundo, era maltratado con insultos y al fin con la muerte de cruz por el pérfido pueblo judío: “¡Ay, ay, cómo se ve que la malicia de los judíos es patente ymonstruosa! ¡Ay, que desgracia tan tremenda! ¡Dentro del redil de Dios, mi Hijo, del Redentor del mundo, del Rey que tiene por distintivo la señal de la cruz salvadora, permanecen y viven pujantes los insensatos judíos! ¡Ellos de nuevoinjurian, quieren dar muerte en el patíbulo de la cruz a mi Hijo único, luz y salvación de los creyentes!

Una gran multitud de gente escuchó esto con viva atención donde lo íntimo del alma, y lejos de echarlo en olvido, bajoel impulso del Dios soberano, lo grabó en su memoria y en su mente, y luego el arzobispo y los fieles a él encomendados de común acuerdo decidieron ir, una por una, a las casas de los judíos de la ciudad y con prudencia, pero con diligencia, hacer averiguaciones sobre aquello de lo que la voz de la Virgen se había quejado. Así se hizo. Y, entrando en las casas del Rabí de los judíos y en la sinagoga, registrando los rincones de las casas, no fuera que los judíos hubieran hecho algooculto por temor a ser descubiertos, pronto los investigadores encontraron una imagen de cera que, como si fuera unapersona viva, habían hecho según la doctrina y la fe de los cristianos, y a la cual tenían preparada para llenarle de salivazos ybofetadas y darle muerte de cruz. Hallada la imagen, los cristianos borraron esta afrenta y la perfidia de los arteros judíos, yles dieron muerte en el acto.

Sintamos, pues, todos veneración por la altísima dignidad de María, Madre c Dios, por cuya integridad virginal y por cuyasaludable misericordia somos ayudados y destinados a la salvaci6n eterna por su Hijo único, redentor del género humano.Así como se quejó de que los pérfidos judíos habían urdido con malicia como una segunda pasión de su Hijo y, quejándose,recordó al pueblo cristiano la pasión escrita en el Evangelio y le quiso librar de los engaños del demonio, enemigo dellinaje humano, así también su amor misericordioso nos acerque al seno benditísimo de su Hijo y nos libre del fuego eternodel infierno. Por el mismo Señor nuestro, Jesucristo, Hijo suyo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.