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Fernando I, el Magno

Texto de la Crónica de Castilla (c. 1295), “Fernando I, el Magno”, ROCHWERT-ZUILI, Patricia (dir.). Crónica de Castilla: Édition et présentation. Nueva edición [en línea]. Paris: e-Spania Books, 2010 (generado el 21 mars 2024). Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/esb/63>. ISBN: 978-2-919448-07-4. DOI: https://doi.org/10.4000/books.esb.63.

La selección que sigue contiene los episodios relacionados con la juventud de Rodrigo Díaz, aka El Cid. La narración en prosa de las hazañas de Rodrigo, el Cid joven, de la Crónica de Castilla se basa en una versión de la narración que conocemos como las Mocedades de Rodrigo, que circulaba oralmente y que aparece por escrito únicamente en un manuscrito de c. 1400. La relación entre las dos versiones se examina en Matthew Bailey, “Chronicle Prose and Rodrigo’s Epic Deeds,” Speaking Truth to Power: The Legacy of the Young Cid, Toronto UP, 2023, pp. 65-82.

El texto dado a continuación sigue la numeración de las secciones y de los párrafos de la edición de Rochwert-Zuili. Las palabras “e” y “et” no se han alterado, ni los nombre de personas y de lugares, ni la mayor parte de la sintaxis.

2. En este tiempo se levantó Rodrigo de Biuar

6) En este tiempo se levantó Rodrigo de Biuar, que era mancebo muy esforzado en armas e de buenas costumbres. Et lo celebraba mucho la gente, que se dedicaba mucho a amparar la tierra de los moros. Et por tal queremos que sepáis de dónde venía e de cuáles hombres venía, porque tenemos de ir por la su historia adelante. 

7) Vós sabed que cuando murió el rey don Pelayo el montesino, se quedó Castilla sin señor, hicieron dos alcaldes: el uno hubo por nombre Muño Rasuera et el otro Laýn Calvo. Et de Muño Rasuera vino el emperador, et de Laýn Caluo este Rodrigo de Biuar. Et diremos por cuál razón: casó Laýn Calvo con Elvira, hija de Muño Rasuera, et hubo en ella cuatro fijos. Al mayor llamaron Diego Leýnes, et de éste descendieron los de Vizcaya, porque pobló a Haro; y al otro dijeron Laýn Laýnez, et de éste descendieron los de Medina; e al otro llamaron Ruy Laýnes, e éste pobló a Peñafiel donde vienen los de Castro; e de Muño Laýnes, el menor, viene este Rodrigo de Biuar. Et queremos que sepáis por cuál razón: Diego Leýnes, siendo por casar, cabalgó el día de Santiago que cae en el mes de junio e se encontró con una villana que llevaba de comer a su marido al era, e la cogió, e se acostó con ella por fuerza, e se quedó embarazada luego de un hijo. E se fue luego para su marido, e él la cogió a ella, e se acostó con ella, e se quedó embarazada de otro fijo. Pero dijo ella a su marido lo que le había pasado con el caballero. Et cuando vino al tiempo de dar a luz, nació el hijo del caballero e lo bautizaron, e le pusieron por nombre Fernando Días. Et los que non saben la historia decían que éste era mio Çid; mas en esto lo erraron. Después de esto casó este Fernando Días con hija de Antón Antolines de Burgos e tuvo en ella hijos a Marí Antolines, e a Melén Fernandes, y a Alffonsso, et a Ordoño, el menor. Et éstos fueron los sobrinos de mio Çid, e nunca él tuvo otro hermano ni hermana. Et después que Diego Laýnes se abrazó con la villana, casó con doña Teresa Nuñes, hija del conde Nuño Áluares Amaya, et tuvo en ella a este Rodrigo. 

8) Et fue su padrino del bautismo un clérigo que tenía nombre don Peyre de Pingos. Et a este su padrino, después a tiempo, le demandó un potro de sus yeguas. Et cuando se lo iba a dar, lo metió entre muchas buenas yeguas con muchos buenos potros, e le mandó que escogiese e que tomase el mejor. Et cuando fue el tiempo que él fue a escoger el potro, entró en el corral e dejó salir tanta buena yegua con sus potros que no tomó salvo al final que salió una yegua con un potro feo e sarnoso. Et dijo a su padrino: 

—Éste quiero yo. 

9) Et fue su padrino muy sañudo e le dijo con saña: 

—¡Babieca, muy mal escogiste!

10) Et dijo entonces Rodrigo:

—Éste será buen caballo, Babieca tendrá por nombre.

11) Et éste fue después muy buen caballo e aventurado. Et en este caballo venció después mio Çid muchas lides campales. 

12) Et este Rodrigo, andando por Castilla, tuvo una disputa con el conde don Gomes, señor de Gormaz, et tuvieron su lid entre amos, e mató Rodrigo al conde. 

13) Et estando ansí, entraron los moros a correr a Castilla, et era gran poder que venían allí cinco reyes. Et pasaron sobre Burgos, e pasaron montes d’Oca, e corrían a Bilfforado e a Santo Domingo de la Calçada, e a Logroño, e a Nágera, et a toda esa tierra. Et sacaban muy gran presa de cautivos e de cautivas, e de yeguas e de ganados de todas maneras. Et ellos viniendo con su prisa tan grande, et Rodrigo de Biuar apellidó la tierra e les dio salto en Montes d’Oca. Et lidió con ellos, e los desbarató e los venció, e apresó todos los reyes e les tomó todo el botín que traían, e vino para su madre e trajo consigo los reyes. Et partió muy bien todo el resto del botín que traía de la batalla con los hidalgos et con todos los otros que estaban allí con él, tan bien los moros cautivos como las otras ganancias que allí había, de modo que todos se partieron de él muy alegres e satisfechos, et loándolo mucho, e muy satisfechos de él e de la su hazaña. 

14) Et él, cuando llegó a su madre con muy gran honra, et desde que vino ante ella, loó mucho a Dios la merced que le había hecho, et dijo que no tenía por bien de tener los reyes presos, mas que tenía por bien que se fuesen para sus tierras. Et los soltó e mandó que se fuesen. Et ellos se lo agradecieron cuánta merced les había hecho, et se tornaron para sus tierras bendiciéndolo cuánto podían e loando la merced et la mesura que con ellos había demostrado. Et se fueron para sus tierras, e le echaron luego parias, et se declararon sus vasallos.

  1. Andando el rey asosegando su reino por tierra de León

15) Andando el rey asosegando su reino por tierra de León, llegó al rey mandado de la gran fortuna que Rodrigo de Biuar había tenido con los moros. Et él estando en esto, vino ante él Ximena Gómez, hija del conde don Gómez de Gormaz, e se arrodilló ante él e le dijo:

—Señor, yo soy hija del conde don Gómez, et Rodrigo de Biuar mató al conde mi padre. Et soy yo de tres hijas que dejó él la menor. Et, señor, vengo a pedir merced que me deis por marido a Rodrigo de Biuar, de que me tendré por bien casada e por muy honrada; que estoy segura que la su hacienda ha de ser en el mayor estado de ningún hombre del vuestro señorío. Et en esto tendré, señor, que me hacéis mucha merced. Et vós, señor, debéis hacer esto porque es servicio de Dios et porque perdono yo a Rodrigo de Biuar de buena voluntad. 

16) E el rey tuvo por bien de cumplir su ruego et mandó luego hacer sus cartas para Rodrigo de Biuar, en que le enviaba rogar et mandar que se viniese luego para él a Palençia, que tenía mucho de hablar con él cosas que eran mucho servicio de Dios, et pro de él e honra grande.

  1. Rodrigo de Biuar, cuando vio las cartas del rey su señor

17) Rodrigo de Biuar, cuando vio las cartas del rey su señor, se alegró mucho con ellas et les dijo a los mensajeros que quería cumplir voluntad del rey e ir luego a su mandado. Et Rodrigo se vistió muy bien e muy elegantemente, et llevó muchos caballeros de él e de sus parientes e de sus amigos, et muchas armas nuevas. E llegó a Palencia al rey con doscientos pares de armas enhiestas. Et el rey salió a él e lo recibió muy bien, e le hizo  mucha honra; et de esto pesó mucho a los condes todos. 

18) Et desde que tuvo el rey por bien de hablar con él, le dijo en cómo doña Ximena Gómez, hija del conde don Gomes a quien él había matado el padre, lo venía a demandar por marido, e que le perdonaba la muerte del padre; et él, que le rogaba que tuviese por bien de casar con ella, e que le haría por ello mucho bien e mucha merced. Et Rodrigo, cuando esto oyó, se alegró mucho, et dijo al rey que haría su mandado en esto e en todas otras cosas que le él mandase. Et el rey se lo agradeció mucho, et envió por el obispo de Palençia et les tomó la jura e les hizo prometer, según manda la ley. Desde que fueron jurados, les hizo el rey mucha honra e les dio muchas regalos nobles, et añadió a Rodrigo mucha más tierra que antes de él tenía. Et lo amaba mucho en su corazón porque veía que era obediente e mandado, et por lo que decían e oía decir de él. 

19) Et desque Rodrigo se partió de él, llevó consigo su esposa para casa de su madre, donde fue muy bien recibido, et dio la esposa a su madre en guarda. Et juró luego en sus manos que nunca se viese con ella en yermo ni en poblado hasta que venciese siete lides en el campo. Et rogó mucho a su madre que la amase así como a él e que le hiciese mucho bien e mucha honra, et por esto la serviría él siempre de mejor talante. Et su madre le prometió de hacerlo así. Et entonces se partió de ellas e se fue para la frontera de los moros.

  1. Cuenta la historia que el rey don Fernando hubo su contienda con el rey don Ramiro de Aragón sobre la ciudad de Calahorra

24) Cuenta la historia que el rey don Fernando hubo su contienda con el rey don Ramiro de Aragón sobre la ciudad de Calahorra, que razonaba cada uno por suya, et en tal manera que metió el rey de Aragón la cuestión a pleito, atreviéndose en el bien de caballería que tenía en don Martín Gonçales, que era el mejor caballero que había en aquel tiempo en toda España. Et el rey don Fernando recibió el reto et dijo que lidiaría por él Rodrigo de Biuar, pero que non estaba todavía él disponible. Et el rey de Aragón dio por sí a don Martín Gonçales. E pusieron plazo et prometieron de ambas partes de venir allí et traer cada uno el caballero que había de lidiar por este reto; e el caballero que venciese, que ganase a Calahorra para su señor. Et el acuerdo firmado, se fueron a sus tierras.

  1. E el rey don Fernando, tanto que se partió de allí, envió por Rodrigo de Biuar

25) E el rey don Fernando, tanto que se partió de allí, envió por Rodrigo de Biuar e le contó toda la disputa en cómo era e cómo había de lidiar. Et cuando esto oyó Rodrigo, se alegró mucho et aceptó cuanto el rey decía e que lidiaría por él aquella disputa, pero que en tanto que el plazo se llegaba, que quería ir en romería, que tenía prometido de ir. Et le alegró al rey mucho oír esto, et le mandó dar una gran cantidad de su riqueza e de regalos que luego se metió al camino. Et llevó consigo veinte caballeros. 

26) Et él, yendo por el camino, hacía mucho bien e mucha limosna, hartando los pobres e los menguados e todos los otros que querían las limosnas. Et él, yendo por el camino, se encontró con un pobre leproso en un tremedal, que non podía salir de allí. Et comenzó a dar muy grandes voces que lo sacasen de allí por amor de Dios. Et Rodrigo, cuando lo oyó, se fue para él e se bajó de la bestia, e le puso ante sí e lo llevó consigo a la posada donde albergaban. Et de esto tomaban los caballeros muy gran enojo. 

27) Et cuando la cena fue preparada, mandó sentarse a los caballeros e tomó a aquel leproso por la mano e lo sentó a su lado, et comió con él de todas las viandas que le trajeron delante. Et tanto fue el enojo que los caballeros de él tuvieron que les semejaba que caía el pus de las manos en la escudilla en que comían; et con grande enojo que tenían de ello, les dejaron la posada a ambos. Et Rodrigo mandó hacer cama para él e para el enfermo, et albergaron ambos juntos. 

28) Et a la medianoche, en durmiendo Rodrigo, le dio un soplo por las espaldas que tan grande fue el aire e tan rojo que le llegó a los pechos. E miró alrededor por el gafo e no halló nada; e comenzó de llamarlo mas él no le respondió ninguna cosa. Et entonces se levantó muy espantado. Et demandó lumbre e se la trajeron luego, et cató al leproso e no halló ninguna cosa. E volvió a la cama, estando la lumbre encendida. Et comenzó a cuidar de lo que le había pasado con el soplo tan fuerte que le dio por las espaldas e de cómo non encontraba al enfermo. Et él estando pensando en esto, a cabo de un gran tiempo, se le apareció un hombre en vestiduras blancas e le dijo: 

—Rodrigo, ¿duermes?

29) Et él respondió e dijo:

—Non duermo. Mas ¿quién eres tú que tal claridad e tal olor traes?

30) Et él le respondió entonces e le dijo:

—Yo soy sant Lázaro que te hago saber que yo era el leproso a quien tú hiciste mucho bien e mucha honra por el amor de Dios. Et por el buen talante que tú por el su amor hiciste, te otorgó Dios un grande don: que cuando el soplo que sentiste ante[s] te venga, que todas las cosas que comiences en lides e en otras cosas, todas las acabarás cumplidamente, así que la tu honra crecerá de día en día et serás temido e recelado de los moros e de los cristianos, et los enemigos nunca te podrán vencer; et morirás muerte honrada en tu casa e con tu honra, ca tú nunca serás vencido, mas antes serás vencedor siempre, ca te otorga Dios su bendición, et con tanto quédate et haz siempre bien.

31) Et se fue luego que lo non vio más. Et se levantó de la cama, et rogó a Nuestra Señora santa María, Virgen e Nuestra Abogada, que rogase al su Hijo precioso e bendito por él, e que lo tuviese en guarda al cuerpo e al alma e en todas sus acciones. Et estuvo en oración fasta que amaneció. 

32) Et de ahí aderezó su camino e hizo su romería cumplidamente para Santiago, haciendo mucho bien por amor de Dios e de santa María.

33) Agora deja la historia a fablar de él por contar cómo los reyes fueron al plazo donde habían de ser las lides.

  1. Cuenta la historia que cuando el plazo fue llegado en que habían de lidiar sobre Calahorra

34) Cuenta la historia que cuando el plazo fue llegado en que habían de lidiar sobre Calahorra Rodrigo de Biuar con don Martín Gonçales, había el plazo ya llegado et Rodrigo no venía. E Áluar Háñez Minaya, su primo, tomó la lid en su lugar et mandó armar su caballo muy bien. Et en cuanto se él levantaba e estaba armado, llegó Rodrigo al plazo; e tomó el caballo a Áluar Háñez et entró en el campo, e don Martín Gonçales lo mismo, et los fieles de amas las partes. E les partieron el sol. Et enderezaron uno contra otro e se hirieron tan reciamente que quebraron en sí las lanzas, et fueron ambos muy mal heridos. Mas don Martín Gonçales comenzó a decir a Rodrigo sus palabras, queriendo espantarlo:

—¡Mucho vos pesa, don Rodrigo, porque entraste conmigo en este logar, que vos haré yo que non caséis con doña Ximena, vuestra esposa que vós mucho amades, ni tornaréis a Castilla vivo!

35) Et de estas palabras pesó mucho a don Rodrigo e le dijo:

—Don Martín Gonçales, sois buen caballero e non son estas palabras para aquí, que este pleito por las manos lo hemos de lidiar, que non por las palabras vanas, ca todo el poder es en Dios et de ahí la honra a quien Él tuviera por bien.

36) Et con muy grande saña de lo que le había dicho, fue contra él e lo hirió de la espada por encima del yelmo e de la cabeza cuanto le alcanzó, de manera que fue muy mal herido e perdió mucha sangre. Et don Martín Gonçales hirió a don Rodrigo de la espada, que le cortó cuanto le alcanzó del escudo, et tan reciamente tiró la espada contra sí que le hizo perder el escudo a don Rodrigo. Mas don Rodrigo non lo quiso olvidar et le dio otra herida muy grande por el rostro, de que perdió mucha sangre. Et andando ambos muy fuertes e muy crueles, hiriendo sin piedad, que ambos eran tales que lo sabían muy bien hacer, et andando en su pleito muy ahincados, perdió Martín Gonçales mucha sangre, et con gran flaqueza no se pudo tener et cayó del caballo en tierra. Et don Rodrigo descendió a él et lo mató. Et desde que lo hubo muerto, preguntó a los fieles si había otra cosa más de hacer por el derecho de Calahorra, et ellos dijeron que no.

37) Et entonces vino el rey don Fernando a Rodrigo, et descendió a él e le ayudó a desarmar. Et salió con él del campo habiendo con él gran placer él e todos los castellanos. Et tan grande fue el placer del rey don Fernando e de los suyos, et tan grande fue el pesar del rey don Ramiro de Aragón e de los suyos. Et mandó tomar a don Martín Gonçales e lo llevaron para su tierra, e se fue con él. Et quedó Calahorra para el rey don Fernando.

  1. Cuenta la historia que los condes de Castilla, viendo en cómo se esforzaba cada día Rodrigo de Biuar en su honra

39) Cuenta la historia que los condes de Castilla, viendo en cómo se esforzaba cada día Rodrigo de Biuar en su honra, tuvieron su consejo que pusiesen su amor con los moros e que emplazasen con ellos lid para el día de Santa Cruz de Mayo, et que llamasen a esta lid a Rodrigo, et ellos que se pondrían de acuerdo con los moros que lo matasen; et que por esta razón se vengarían de él et sacarían señores de Castilla de los que no lo eran.

40) Et su acuerdo hecho, enviaron a hablarlo con los moros; et este plan lo enviaron decir a los reyes moros de Rodrigo, que eran sus vasallos que él había tenido cautivos e soltó. Et ellos, cuando supieron la falsedad en que le andaban, tomaron las cartas de los condes et le enviaron a descubrir todo el secreto e de la malicia en que le andaban.

41) Et don Rodrigo, cuando lo supo et vio las cartas e todo lo demás que le enviaban decir, se lo agradeció mucho. Et tomó las cartas e las llevó al rey don Fernando, et le mostró la malicia en que andaban los condes, et señaladamente el conde don Garçía que dijeron después de Cabra. Et el rey don Fernando, cuando lo sopo e vio el asunto cómo era, fue espantado de la gran falsedad, et les envió sus cartas en que les mandó que saliesen de la tierra et que no tardase más. Mas entonces el rey don Fernando se iba para Santiago en romería, et mandó a Rodrigo que echase a los condes de la tierra. E él lo hizo así como el rey había mandado.

42) Et entonces vino a él doña Elvira su cohermana, mujer del conde don Garçía, et se puso de rodillas ante él. Mas Rodrigo la tomó por la mano e la levantó, que no la quiso antes oír ninguna cosa. Et desde que estaba levantada, le dijo:

—Cormano, vos pido por merced que pues echáis de la tierra a mí e a mi marido, que nos deis vuestra carta para algún rey de los vuestros vasallos, que nos hagan algún favor e nos den en qué vivamos por vuestro amor. Et en esto me haréis mucho bien e mucha merced. 

43) Et entonces le dio Rodrigo su carta para el rey de Córdoba. Et él lo recibió muy bien e él le dio a Cabra en que viviese con su mujer e con su compañía por amor de Rodrigo. E así salieron de la tierra. Et después fue desconocido el conde al rey de Córdoba que le dio a Cabra, ca le hizo guerra de[sde] ella fasta que después le prendió Rodrigo, como vos lo contaremos adelante en la historia.

  1. Cuenta la historia que en este tiempo, estando el rey don Fernando en Galizia

53) Cuenta la historia que en este tiempo, estando el rey don Fernando en Galizia, que vinieron los moros correr a Estremadura. Et enviaron mandado a Rodrigo de Biuar que les acorriese. Et él, cuando vio el mandado, non se detuvo, et envió por sus parientes e por sus amigos e se fue contra los moros. E se juntaron con ellos que llevaban muy gran presa de cautivos e de ganados entre Atiença e Sant Esteuan de Gormaz. Et tuvo con ellos lid campal muy fuerte, e al final venció Rodrigo hiriendo e matando en ellos. Et duró el alcance siete leguas, e tornó toda la presa. Et fue tan grande el robo que fue sin comparación que de lo que pareció fue que le cupo a la quinta parte doscientos caballos; et bien valía cien mil maravedís el despojo. Et lo partió todo bien sin codicia Rodrigo con todos comunalmente. Et se tornó con muy gran honra. 

  1. En el dieciocheno año del rey don Fernando

59) En el dieciocheno año del rey don Fernando que él había tomado estos logares, habiendo a corazón él de tomar a Coynbra, fuese para Santiago en romería, por consejo de Rodrigo de Biuar que le dijo que le ayudaría Dios a cobrarla, et además de vuelta, que querría que lo armase caballero et quería recibir [estatus de] caballería dentro en Coynbra. Et el rey, habiendo deseo de cobrar este lugar et porque vio que lo aconsejaba bien Rodrigo, se fue para Santiago, e hizo su romería bien e muy honestamente e haciendo mucho bien. Et cuando llegó a Santiago, estuvo en oración tres días, et así mucho ofreciendo e tomando muy gran devoción que Dios le concediese lo que codiciaba.

60) Et con la ayuda del apóstol Santiago, juntó su hueste muy grande et vino sobre Coynbra et la cercó. Et le puso sus catapultas e sus castillos de madera; mas la villa era tan grande e tan fuerte que siete años la tuvo cercada. 

61) Et había allí, en la tierra en poder de los moros, un monesterio de monjes que dicen hoy día Loruaçio, et aquellos monjes vivían de labor de sus manos, et tenían guardado mucho trigo e mucha cebada et mucho mijo et muchas legumbres que non sabían los moros de ello. Et tanto se alongaba la cerca de la ciudad que ya non tenían viandas los cristianos et la querían descercar. Et cuando los monjes lo oyeron, vinieron rápido al rey et le dijeron que no la descercase, ca ellos darían vianda de aquella que lentamente habían ganado. Et alimentaron toda la hueste hasta que todos los de la villa enflaquecieron de hambre e de gran sufrimiento. 

62) Et los cristianos lidiaban fuertemente e tiraban las catapultas de cada día, et fueron quebrantando del muro de la ciudad. Et cuando esto vieron los moros, vinieron a la merced del rey e echándose a sus pies e pidiéndole merced que los dejase salir, e que le darían la villa e toda la riqueza que en ella había, et que no le rogaban tan solamente sino por la vida. Et el rey con piedad se lo otorgó. Et les entró la villa un domingo a la tercera hora [después de amanecer] .

63) Mas mientras que el rey tenía cercada la villa, aconteció que un romero de tierra de Grecia vino en romería a Santiago. Et tenía nombre extraño et era obispo, e había dejado su obispado por trabajar su cuerpo en servicio de Dios. Et estando en la iglesia de Santiago haciendo su oración et en su vigilia, oyó un día decir a los de la villa e a los romeros que venían allí en romería que Santiago que aparecía como caballero en las lides en ayuda de los cristianos. Et cuando él lo oyó, le pesó et dijo así:

—Amigos, non le llaméis caballero mas pescador.

64) Et él, teniendo esta porfía, plació a Dios que se adormeció e le apareció Santiago con unas llaves en la mano, et le dijo de muy buen alegre continente:

—Escribano, tú tienes por escarnio porque me llaman caballero et dices que no lo soy. Et por eso vine ahora a ti mostrarme porque jamás nunca dudes en mi caballería, que soy caballero de Jhesu Christo e ayudador de los cristianos contra los moros.

65) Et él diciéndole esto, le fue traído un caballo muy blanco. Et el apóstol cabalgó en él muy guarnecido de todas armas e frescas e muy claras e fermosas, a modo de caballero, et le dijo cómo quería ir a ayudar al rey don Fernando que yacía sobre Coynbra por siete años. «E por que seas más cierto de esto que te yo digo, con estas llaves que yo tengo en las manos abriré mañana a la hora de tercia las puertas de la ciudad de Coynbra e darla he al rey don Fernando». Et desde que le hubo dicho esto, se le tiró delante, de manera que non supo [más] de él el obispo extraño. 

66) Et otro día mañana llamó clérigos e legos cuantos que había en la ciudad de Santiago et les dijo lo que había visto e oído, et el día e la ora señaladamente cuando Cohinbra había de ser tomada. Et bien así como él dijo, fue confirmado después en verdad, como de esta manera hemos dicho. 

68) Et entonces hizo el rey don Fernando caballero a Rodrigo en la mezquita mayor de Coynbra, que pusieron nombre Sancta María. Et le hizo caballero de esta manera: ciñéndole su espada e le dio paz en la boca, mas no le dio pescozada. Et desde que Rodrigo fue caballero, tomó el nombre Ruy Díaz. Et [el rey] tomó luego la espada ante el altar estando e hizo novecientos caballeros noveles. Et fizo el rey mucha honra loándole mucho, et el rey cuánto bien había hecho en conquistar a Coynbra e a los otros lugares. Et otrosí agradeció el rey a Nuestro Señor Dios cuánto bien le había hecho en [su] conquista.

69) Et se fue para Santiago en romería et ofreció allí sus donaciones muy grandes. Et se tornó, e se esforzó de hacer buenas obras e hacer guerra a los moros e cuanto mal les podía hacer.

82) Et entonces sacó su hueste muy grande e se movió para Portogal. Et los de Cohinbra se quejaron mucho del gran daño que recibían de Montemayor. Et el rey, con gran saña, la fue cercar, et les puso muchas catapultas alrededor, e les hizo tanta premia que fue voluntad de Dios que se la dieron.

83) Et Ruy Días de Biuar hizo mucho bien en aquella cerca. Et yendo él guardar los que iban por la yerba e por vianda, tuvo tres lides muy grandes que venció, et por priesa en que se vio, nunca quiso enviar pedir acorro al rey. Et por esto ganó muy gran fama, et lo hizo el rey de su casa cabo et le dio de ésta el poder.

  1. E el rey estando así en Çamora con toda su gente

90) E el rey estando así en Çamora con toda su gente, llegaron a Çamora los mensajeros de los reyes moros que eran vasallos de Ruy Días de Biuar con muy grandes riquezas que traían en parias. Et él estando con el rey, llegaron estos mensajeros al Çid et le quisieron besar las manos, et le llamaban «Çid», mas Ruy Días non les quiso dar la mano fasta que besasen la del rey. Et entonces hicieron como él mandó. Et desde que besaron las manos al rey, se arrodillaron ante Ruy Días llamándole «Çid», que quiere tanto decir como «señor», et le presentaron gran riqueza que le traían. Et Ruy Días lo mandó tomar e mandó que diesen la quinta parte al rey por reconocimiento de señorío. Et el rey se lo agradeció mucho, mas no quiso de ahí tomar nada. Et entonces mandó el rey que le llamasen «Ruy Días mio Çid», por lo que los moros le llamaban.

99) Et él estando en esto, el papa Vitor fizo concilio. E fue allí el emperador Henrrique e muchos reyes cristianos e muchos altos hombres. Et el emperador se querelló del rey don Fernando de España, que non le reconocía señorío ni le quería ser tributario así como todos los otros reyes, et que le pedía merced que le obligase que le conociese señorío e le diese tributo. Et el papa envió entonces reprender al rey que conociese señorío al emperador, si non, que enviaría cruzada sobre él. Et sobre esto le enviaron desafiar el emperador e el rey de Françia, e todos los otros reyes.

100) Et el rey don Fernando, cuando vio las cartas, fue muy espantado, porque entendía que podría de eso nacer muy gran daño a Castilla e a León si esto pasase. Et hizo su consejo con todos sus hombres honrados. Et ellos, viendo el gran poder de la Iglesia et también el gran daño que nacería si Castilla e León fuesen tributarios, non sabían qué consejo darle; pero al cabo le aconsejaron que fuese obediente al mandamiento del papa. 

101) Mas en este consejo non fue mio Çid Ruy Días, ca hacía poco que era casado con doña Ximena Gómez, su mujer, et era ido para allá. Mas estando en esto, llegó él, e el rey le mostró las cartas, e le dijo todo el hecho en cómo era e lo que le aconsejaron todos los sus hombres buenos, e que le rogaba, como a buen vasallo, que le aconsejase como a su señor. Et el Çid, cuando lo oyó, le pesó mucho de corazón, et más por el consejo que le daban que non por lo que le enviaban decir de la corte. Et entonces se tornó hacia el rey su señor e le dijo’:

—Señor, [en] mal día vós nascisteis en España si en el vuestro tiempo ha de ser metida a tributo, lo que nunca fue fasta aquí; ca toda cuanta honra vos Dios dio e todo cuanto bien vos fizo, todo es perdido. Et señor, quien vos esto aconseja no es leal ni quiere vuestra honra ni [la] del vuestro señorío. Mas señor, pues así quieren, envíalos desafiar et dentro allá se lo vayamos dar. Et señor, vós llevaréis cien mil caballeros de moros que vos darán los reyes moros, vuestros vasallos. Et yo, señor, seré vuestro aposentador e iré adelante a tomar posadas con mil e novecientos de mis amigos e de mis vasallos. Et señor, tal sois vós que Dios vos ama mucho et non querrá que la vuestra honra perezca.

102) Et el rey se tuvo por bien aconsejado de él, ca el rey era de gran corazón, e se lo agradeció mucho.

  1. Cuenta la historia que el rey don Fernando mandó hacer sus cartas

103) Cuenta la historia que el rey don Fernando mandó hacer sus cartas en que envió pedir merced al papa que no quisiese contra él mover sin razón, que España fue conquistada por los que en ella vivían e por mucha sangre que fue vertida por sus antepasados, et no eran tributarios ni lo serían por ninguna manera ellos, que antes tomarían muerte; e así sus cartas al emperador e a los otros, en que les enviaba decir que bien sabían que le demandaban tuerto e mal e escatima, non teniendo sobre él ninguna jurisdicción ni demanda de derecho, et que les rogaba que le dejasen hacer su guerra a los enemigos de la fe, et si otra cosa querían decir contra él, que les rechazaba amistad e que les desafiaba, et que allá adonde todos estaban, lo quería ir ver.

104) Et entretanto que les este mandado envió, mandó muy bien juntar sus gentes según que habían hablado con el Çid, e movió con ocho mil e novecientos caballeros suyos e del Çid. Et el Çid llevó la delantera. E desque pasaron los puertos de Aspa, fallaron toda la tierra alborotada et no les querían vender viandas. Mas el Çid metió mano a quemar toda la tierra e robar cuanto hallaba de todos los que les non querían vender las viandas, e a los que la traían, non les hacía mal ninguno. Et así aseguraba él que cuando el rey llegaba con su hueste, que hallaría cuanto les era menester; de tal modo lo hacía que iban sonando las noticias por toda la tierra, así que todos tremían.  

105) Et entonces el conde don Remondo, señor de Saboya, con poder del rey de Françia, ayuntó veinte mil caballeros e vino aquí de Tolosa por tener el camino al rey don Fernando. E se encontró con su aposentador, el Çid, que iba a tomar posadas, e tuvieron una lid muy recia. Et fueron vencidos los del conde, e el conde fue preso e otros con él, e otros muchos muertos. Et entonces el conde pidió merced al Çid que lo soltase e que le daría una hija que tenía, que era muy fermosa. Et el Çid hizo caso del conde e le envió por la hija e se la dio, e fue luego suelto. Et en esta mujer tuvo el rey don Fernando a su fijo, el cardenal mucho honrado.

106) Et después de esto, tuvo el Çid otra batalla con todo el mejor poder de Françia e los venció, que nunca a ninguna de estas batallas llegó el rey don Fernando ni su gente. Et ya iban sonando estas noticias al concilio e de las bravuras que iba haciendo el Çid, et cómo todos iban sabiendo que era vencedor de las batallas, sin saber qué solución poner. Et pidieron merced al papa que le enviase mandar por su carta que se volviese e que no querían su tributo. 

107) Et el rey estando allende de Tolosa, le llegaron estas cartas, et él tuvo su consejo con el Çid et con sus hombres buenos, [e le aconsejaron enviar allá dos hombres] que dijesen al papa que le enviase un cardenal con tal poder que pudiese confirmar con él que nunca jamás fuese otro pleito removido a España, sobre muy gran pena cierta, et también que viniesen allí personas del emperador e de los otros reyes con todo poder para confirmar todo esto. E entretanto se quedaron allí, e si no viniesen o no enviasen, que ellos irían buscar dónde estaban. E con este acuerdo enviaron al conde don Rodrigo et a Áluar Hañes Minaya, et a otros hombres buenos letrados. 

108) Et cuando llegaron al papa et le dieron las cartas, fue muy espantado, et tuvo su consejo con todos los hombres honrados del concilio [sobre] cómo harían. Et ellos le respondieron que le hiciese lo que quería, que ninguno no lidiaría con él ante la buenaventura del Çid su vasallo. Et entonces el papa envió con todo su poder cumplido a Miçer Ruberte, cardenal de Albina, et vinieron ende las personas del emperador e de los otros reyes, e afirmaron su pleito muy bien que nunca jamás tal pleito fuese demandado al rey de España. Et las cartas que sobre esto fueron hechas, e roboradas del papa e del emperador, e de todos los otros reyes que allí estaban, e selladas con sus sellos. E en cuanto todo esto se ordenó, permaneció el rey en aquel lugar seis meses. 

109) Et el papa le envió pedir la hija del conde, e ella estaba embarazada bien había cinco meses e medio. Et el rey se la envió e le envió decir toda la verdad, e que le pedía por merced que fuese guardada. Et el papa la mandó guardar fasta que diese a luz. Et nació de ella el abad don Fernando, e fue su padrino el papa. Et él lo crio muy bien e muy honradamente, et dispuso con él que pudiese tener toda dignidad sagrada. Et después fue muy honrado, según que adelante oiréis en la historia. 

110) Et el rey don Fernando se volvió con muy gran honra para su tierra et la tuvo por consejo del Çid su vasallo. E en este año murió el emperador Enrrique et fue emperador después de él Henrrique su fijo cincuenta años. E por esta honra que el rey tuvo, fue llamado después don Fernando el Magno, par de emperador. Et por esto dijeron que pasó los puertos de Aspa a pesar de los franceses.