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Sancho II

Texto de la Crónica de Castilla (c. 1295), “Fernando I, el Magno” y “Sancho II”,  ROCHWERT-ZUILI, Patricia (dir.). Crónica de Castilla: Édition et présentation. Nueva edición [en línea]. Paris: e-Spania Books, 2010 (generado el 21 mars 2024). Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/esb/63>. ISBN: 978-2-919448-07-4. DOI: https://doi.org/10.4000/books.esb.63.

La selección que sigue contiene episodios sacados de dos secciones, la del reinado de Fernando I y la de su hijo primogénito, Sancho II, rey de Castilla y como tal, señor natural del Cid. Se incluye el episodio de la partición de los reinos hecha por el rey Fernando I a la hora de su muerte, porque a continuación, en la narración del reinado de Sancho II,  se centra la acción en las consecuencias nefastas de esa partición, que culmina con el regicidio del rey Sancho II. El Cid no es un actor importante en estos episodios, pero está presente y su actuación se recuerda en la tradición narrativa posterior, sobre todo en los romances.

El texto dado a continuación sigue la numeración de las secciones y de los párrafos de la edición de Rochwert-Zuili. Las palabras “e” y “et” no se han alterado, ni los nombre de personas y de lugares, ni la mayor parte de la sintaxis.

Fernando I el Magno

28. Cuenta la historia que el rey don Fernando, pensando hacer pro de sus reinos e de sus fijos, les partió los reinos en esta manera

126) Cuenta la historia que el rey don Fernando, pensando hacer pro de sus e de sus hijos, les partió los reinos en esta manera: dio a don Sancho, porque era el mayor, desde el río Pisuerga allá hasta Ebro e a Castilla con Nauarra cuanto era de la parte de acá con la Estremadura; et dio a don Alffonsso León e Asturias, e una pieza de Canpos; et dio a don Garçía, el hijo menor, el reino de Galizia con todo lo que él había ganado de Portogal; et dio a doña Vrraca, que era la mayor, la ciudad de Çamora con todos sus términos, e la mitad del infantado; et dio a doña Eluira, la hija menor, a Thoro con todos sus términos, e con la otra mitad de su infantado.

127) Et cuando el rey don Fernando hubo hecho esta partición, pesó mucho al infante don Sancho, que era el mayor, que lo había de tener todo enteramente. Et dijo a su padre que no podía ni de derecho debía hacer esta partición, que los reyes godos antiguamente hicieron constitución en sí que nunca fuese partido el imperio de España, mas que siempre fuera un señorío e de un señor, et por esta razón non le debía partir e ni podía, pues lo Dios lo había juntado en él, mas que debía él tenerlo, pues que era el hijo mayor e era heredero. Et el rey don Fernando dijo entonces que lo no dejaría él de hacer por eso, que él se lo había ganado. Et dijo entonces el infante don Sancho:

—Haced lo que quisierais, como padre e señor, mas yo no lo otorgo.

128) Et el rey hizo esta partición así antedicha del infante don Sancho. Et a muchos del reino les pesó por la partición et a muchos les gustó, mas todavía los del buen entendimiento siempre entendieron el mal que de ahí había de nacer al final, así como después nació, que vino de ahí mucho mal.

Sancho II

1) Cuenta la historia que andando el reinado del rey don Sancho de Castilla el primer año

Cuenta la historia que andando el reinado del rey don Sancho de Castilla el primer año, cuando andaba la era en mil e ciento e un años, reinando todos los reyes en sus reinos según la partición que el rey don Fernando había hecho, de que debiera ser el derecho del rey don Sancho, [donde cuenta el arzobispo don Rodrigo que el rey don Sancho], andando por el reino, fue pensando en el gran daño que le había hecho el rey su padre en partirle los reinos que Dios en él había juntado, que debían ser suyos, e que no tenía más de la tercera parte, e aun no bien cumplidamente. Et tomó en sí muy gran pesar et no [lo] quiso consentir, que como dice el arzobispo, «el señor no quiere otro par consigo en el señorío así como el mayor no quiere otro menor e (…)», et los reyes de España vinieron de la fuerte sangre de los godos, porque acaeció muchas veces que los godos se mataron con sus hermanos sobre esta razón, et este rey don Sancho descendió de esta sangre, et pensó que le sería gran pérdida si no juntase los reinos, que no se tenía por satisfecho con lo que le había dado su padre, mas que pensaba que todo debía ser suyo. Et entonces mostró contra ellos la fortaleza que tenía en el corazón, no queriendo que tuviesen nada menos lo que él les diese por su generosidad. Et por esto fue mucha sangre vertida.

  1. Después de esto hubo el rey don Sancho su acuerdo con sus ricos hombres

109) Después de esto hubo el rey don Sancho su acuerdo con sus ricos hombres e con los sus hombres buenos de la hueste cómo combatiesen a Çamora. Et mandó a anunciar por toda la hueste que se preparasen todos para ir a combatir. Et la combatieron tres días e tres noches tan reciamente que las hoyas, que eran hondas, estaban ya allanadas, et derribaron los muros, e se herían de las espadas con toda su fuerza los de dentro con los de fuera. Et morían ahí muchas gentes además, de manera que toda el agua de Duero toda iba roja de sangre de la villa abajo.

110) Et cuando esto vio el conde don García de Cabra, le pesó mucho por la gente que se perdía así, et se fue para el rey e le dijo en cómo recibía gran daño la su hueste, que mucha gente había perdida, e que los mandase quitar afuera e que no combatiesen más, et que tuviesen la villa cercada, e que por hambre se tomaría muy rápido. Et el rey mandó entonces que se quitasen afuera e que dejasen de combatir. Et mandó saber de cada unidad cuántos hombres murieron en el combatir, et fallaron por cuenta que eran mil e treinta e cuatro hombres. Et esto supo el rey, e cuando se lo dijeron, hubo muy gran pesar por el gran daño que había recibido. Et con el gran pesar que hubo, mandó cercar la villa entera.

  1. Cuenta la historia que andando un día el Cid en derredor de la villa

112) Cuenta la historia que andando un día el Cid en derredor de la villa solo como un escudero, que salieron a él catorce caballeros, e ovo de lidiar con ellos et mató ahí los cuatro e venció los otros.

113) Et aun don Diego Arias, viendo la lacería e la hambre e la mortalidad que era en la villa, e dijo a la infanta doña Hurraca:

—Señora, ya vós veis el gran mal e la gran lacería que los de Çamora han sufrido e sufren de cada día por mantener lealtad. Et vós mandad llamar a concejo e agradecedles mucho cuanto por vós han hecho, et mandadles que den la villa hasta nueve días a vuestro hermano el rey don Sancho. Et vayámonos para vuestro hermano el rey don Alffonso a Toledo, que no podremos defender a Çamora por ninguna manera; que el rey don Sancho es de tan gran corazón e tan porfioso que no nos querrá descercar, et yo no tengo por bien que muráis vós aquí.

114) Et la inffanta doña Hurraca mandó llamar a concejo a todos los hombres buenos de Çamora et les dijo:

—Amigos, vós veis la porfía de mi hermano. Et vós habéis sufrido mucho mal e mucho daño por hacer derecho e lealtad, perdiendo los parientes e los amigos en mi servicio. Et yo veo que habéis así hecho, no tengo por bien que os perdáis así. Et os mando que de aquí adelante que deis la villa a mi hermano el rey don Sancho en tal que me deje salir con lo mío, et yo me iré para Toledo a mi hermano.

115) Et los de Çamora, cuando vieron esto, tuvieron de eso muy gran pesar porque tan largo tiempo estuvieron cercados e al final han de dar la villa, et acordaron todos los más de irse con la infanta e de no quedar en la ciudad.

  1. Cuenta la historia que ellos estando en este acuerdo cómo harían, si darían la villa o no, lo hubo de saber Vellido Adolfos

116) Cuenta la historia que ellos estando en este acuerdo cómo harían, si darían la villa o no, lo hubo de saber Vellido Adolfos, e fuese para doña Hurraca e le dijo:

—Señora, yo vine a Çamora a vuestro servicio con treinta caballeros muy bien armados, como vós bien sabéis, et os he servido gran tiempo ha e nunca tuve galardón de vós del servicio que hice, pero que os lo demandé. Et ahora, si me vós otorgáis a mi demanda, yo os descercaré a Çamora e levantaré al rey don Sancho.

117) Et le dijo entonces doña Hurraca:

—Vellido, decirte he una palabra que dijo el sabio: que siempre merca bien el hombre pobre con el torpe o con el cuitado; et tú así harás conmigo. Pero no te mando yo que hagas ninguna cosa de mal, si lo tú has pensado, mas te digo que no ha hombre en el mundo que me descercase a Çamora e hiciese levantar de ahí a mi hermano el rey don Sancho que yo no le diese cualquier cosa que me demandase.

118) Et cuando esto oyó Vellido, le besó la mano e se fue para un portero que guardaba la puerta de la villa. E habló con él et le dijo que le abriese la puerta si lo viese venir corriendo, et le dio por tal favor el manto que le cubría. E así se fue para su posada e se armó muy bien, et cabalgó en su caballo, et se fue para casa de don Arias Gonçalo et le dijo a grandes voces:

—¡Bien sabéis todos qué es la razón por que no queréis que haga avenencia doña Hurraca con el rey don Sancho ni cambio de Çamora! ¡Et todo esto es porque hacéis maldad con ella, como viejo malo e traidor!

119) Et cuando esto oyó don Arias Gonçalo, le pesó mucho de corazón e dijo:

—¡Mal día yo nací cuando tal reto e tamaña falsedad me dijo Vellido delante en mi vejez, e no he quien me vengue de él!

120) Et se levantaron entonces sus hijos e se prepararon muy rápido, e fueron detrás de Vellido que iba huyendo contra la puerta de la villa para salir. Et el portero, cuando le vio venir, luego le abrió la puerta, e salió huyendo hacia el campamento del rey don Sancho, e los otros en detrás de él hasta cerca del campamento. Et cuando llegó al rey, le besó la mano e le dijo unas palabras falsas con gran maldad:

—Señor, porque dije al concejo de Çamora que os diesen la villa, me quisieron matar los hijos de don Arias Gonçalo, así como vós veis. E yo, señor, me vengo para vós, e si la vuestra merced fuese, querría ser vuestro vasallo. Et yo, señor, os mostraré cómo tendréis a Çamora a pocos días, si Dios quisiere. Et esto os digo yo: si no fuera así, que me mandéis por ello matar.

121) Et el rey le creyó cuanto le decía, et lo recibió por vasallo e le hizo mucha honra. E comenzó de hablar con él sus planes toda esa noche, haciéndole creer que él que sabía un postigo por donde le daría a Çamora.

30. Otro día temprano en la mañana, subió un caballero de los que había en la villa en el muro

122) Otro día temprano en la mañana, subió un caballero de los que había en la villa en el muro e llamó a grande voces así que todos los más de la hueste lo oyeron, e dijo:

—¡Rey don Sancho, prestad atención en lo que os quiero decir! Yo soy un caballero natural de tierra de Santiago, e aquéllos de donde yo vengo siempre fueron leales e de lealtad se preciaron, e yo en ello quiero vivir. ¡Prestad atención en vós, señor, que os quiero desengañar e os diré verdad, si me quisierais creer! Os digo que de aquí de la villa de Çamora ha salido un traidor que dicen Vellido Adolfos, e es hijo de Adolffo. Et mató a don Nuño, e éste mató a su padre e le echó en el río. E es muy gran traidor probado, e quiere matar a vós por cumplir su traición. E guardaos de él. E esto os digo, que si por ventura os viniera mal de él o muerte o yerro, porque no digan después por España que no os fue antedicho e desengañado.

123) Et dijo más el arzobispo don Rodrigo que en secreto se lo enviaron decir los de Çamora que se guardasen de él. Et el rey se lo agradeció mucho et les envió decir que si la villa capturase, que les haría mucho bien e mucha merced por ello. Et Vellido Adolffo, cuando esto oyó, se fue para el rey e dijo:

—Señor, el viejo de don Arias Gonçalo es muy sabidor, e porque sabe que yo que os haré capturar la villa, mandó decir aquello.

124) Después que esto había dicho, demandó su caballo haciendo parecer que se quería ir a otra parte porque le pesaba mucho de aquello que le decían de la otra parte de la villa. Et el rey le agarró de la mano e le dijo:

—Amigo mío e mi vasallo, no os importa por esto nada, que bien os digo que si yo gano a Çamora, que yo os haré mayor de ella e mejor, así como lo es ahora Arias Gonçalo.

125) Et entonces Vellido le besó la mano e dijo:

—Señor, que os dé Dios vida por muchos años e buenos, e que os lo permita cumplir.

126) Mas otra cosa tenía en el corazón el traidor.

  1. Cuenta la historia que después de esto, le apartó Vellido al rey

127) Cuenta la historia que después de esto, le apartó Vellido al rey e le dijo:

—Señor, si vós lo tenéis por bien, cabalguemos ambos solos e vayamos a andar alrededor de Çamora, e veremos vuestras cavas que mandasteis hacer, et yo os mostraré el postigo que llaman los Çamoranos de la Reina por donde entraremos la villa, que nunca se cierra aquel postigo. Et una vez que anochezca, me daréis cien caballeros hijosdalgo que vayan conmigo bien armados de pie, e como los Çamoranos están flacos de hambre e de sufrimiento, se dejarán vencer. E nós abriremos la puerta e entraremos, e la tendremos abierta hasta que entren todos los de la hueste. E así ganaréis la villa de Çamora.

128) Et el rey lo creyó cuanto decía muy bien. Et cabalgaron ambos alrededor de la villa apartados de la hueste, buscando el rey el sitio por dónde la tomaría más rápido. Et fijándose en sus guardas, le mostró aquel traidor aquel postigo que le había dicho por dónde entrarían la villa. Et pues que la villa la tenían andada alrededor [toda], el rey tuvo que bajarse en la ribera de Duero e de andar por ende solazándose. E el rey traía en la mano un venablo pequeño dorado, como lo traían los reyes entonces, e se lo dio a Vellido que se lo tuviese, et el rey se apartó a solazar et a hacer lo que los hombres no pueden excusar. Vellido Adolffo, cuando lo vio de aquella guisa, le tiró el venablo e se le dio por las espaldas, [e le salió] a la otra parte por los pechos. Et desde que lo ovo herido, volvió la rienda del caballo e se fue cuanto pudo para aquel postigo que él había mostrado al rey. Et ya antes de esto había hecho otra traición, que mató al conde don Nuño como no debía.

129) Et el Cid, cuando lo vio ir así huyendo, le preguntó que por qué huía, e no le quiso decir nada. Et el Cid entendió entonces que había hecho maldad, et imaginándose lo que era, que había muerto al rey, demandó el caballo a muy gran prisa; e en cuanto se lo daban, se alejó Vellido. Et con la gran prisa que hubo de ir detrás de él, no hizo otra cosa sino que tomó la lanza e se fue detrás de él, e no calzó espuelas. Entonces dijo el Cid que maldito fuese el caballero que cabalgase caballo sin espuelas. Pero que dice el arzobispo don Rodrigo que no lo podría alcanzar aunque tuviera espuelas. Mas fue detrás de él hasta la puerta de la villa. Et también sabed que nunca al Cid hallaron en que acusarle de cobardía sino en este lugar, porque no entró detrás de Vellido dentro en la villa. Pero que lo no hizo él por cobardía ni por miedo ninguno de muerte ni de prisión, mas por confusión, e pensando que el rey no era muerto, et que iba huyendo por fingimiento del rey o por consejo; que si él supiera cierto la muerte del rey, nada habría detenido su entrada detrás de él.